martes, 22 de diciembre de 2009

El aire de la mañana

Como si fuera un álito ajeno, el aire llenó su pelo, besó sus puntas, llenó su escote, abrió su piernas. Se sintió llena de espacio. Llena. Hacía tantos días que se sentía vacía, que a veces el viento la atravesaba como si fuera transparente inmaterial, y a veces el mismo viento podía ocupar todos sus espacios. Como el viento de hoy, que le traía un aliento desde alguna boca lejana que quería amarla.
El mismo viento de empujón la sacó de su casa.