La sensación más molesta resultaba de una especie de invisivilidad automatica.
Podria ser involuntaria o incontrolable, pero no. A el le resultaba tranquilamente manipulable esta especie de "estar y no estar"; a voluntad podía hacerse presente entre una multitud de nadies, lo mismo que atravesar un espacio sin ser siquiera percibido, respirado, visto. Se volvía molesta como cuando hoy, automáticamente aclaraba su persona hasta llevarlo a la transparencia. Hoy se sentía transparente para quien debía obsvervarlo.