miércoles, 31 de marzo de 2010
400 km/h
El colectivo pasó a unos 400 km/h mientras él lo miraba desconcertado, con la mano todavía extendida para tomarlo. Una señora se le acercó a la parada con cara de disgusto, como queriendo entender cuánto significaba para un joven argentino hoy en día perder el colectivo al trabajo. Luego le dedicó una sonrisa modosita, prendida del colorete de las mejillas, serpenteada por el rojo triste de un rouge farmacéutico. Cosas de señoras. Él tenía que tratar de que el día no se le escapara de las manos, asi que se dispuso a atrapar el próximo colectivo.