miércoles, 31 de marzo de 2010
400 km/h
El colectivo pasó a unos 400 km/h mientras él lo miraba desconcertado, con la mano todavía extendida para tomarlo. Una señora se le acercó a la parada con cara de disgusto, como queriendo entender cuánto significaba para un joven argentino hoy en día perder el colectivo al trabajo. Luego le dedicó una sonrisa modosita, prendida del colorete de las mejillas, serpenteada por el rojo triste de un rouge farmacéutico. Cosas de señoras. Él tenía que tratar de que el día no se le escapara de las manos, asi que se dispuso a atrapar el próximo colectivo.
Esperanza
Había días en los que se levantaba derrotada. Como hoy, que sin ganas de nada puso el agua a calentar mientras escuchaba la chicharras a través de la ventana. Apoyada sobre la mesada se comía la piel de las uñas, perdía la vista en los árboles buscando chicharras que nunca aparecían. Siempre cantándole al verano y escondidas, como una migaja de esperanza para el invierno, y aunque el frío bien venía y las enterraba a todas en la tierra a dormir frías y mudas, cada verano saludaban y despedían el sol.
miércoles, 24 de marzo de 2010
No es el viento
No entendía, lo dejaba siempre apoyado sobre la columna que contenía los geranios en la calle. Salía, barría, regaba, y lo dejaba ahí sin falta. Arriba, para que Otto al pasar lo viera sin falta y cumpliera con su parte, entonces el día podía desarrollarse en armonía. Todo estaba su lugar. Pero no. Hoy no. Tenía que ser. El viento o no se qué cosa, bueno no vamos a mentir, venía muy distrído estos días. Pero ¿por qué venía muy distraído estos días? El viento. O no.
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