miércoles, 26 de mayo de 2010

Encuentro

Pudieron ser varios años o varias semanas en las que se reflexionó en su existencia. Ya no importaba. Aburrida de ella misma, esa mañana se levantó, decidida dejó que su cabello crespo y despeinado por sus sueños sea libre y se abrazase a los instintos de desmesura. Ese día sólo aspiraría a la negligencia para hacer todas las pequeñas y grandes, dulcísimas, maldades que el mundo le había prometido cobardemente mientras se acariciaba el ombligo.
Un hálito de terror desnudó el velo de su mirada y se miró sobre el vidrio de la ventana.

Opacidad

La sensación más molesta resultaba de una especie de invisivilidad automatica.
Podria ser involuntaria o incontrolable, pero no. A el le resultaba tranquilamente manipulable esta especie de "estar y no estar"; a voluntad podía hacerse presente entre una multitud de nadies, lo mismo que atravesar un espacio sin ser siquiera percibido, respirado, visto. Se volvía molesta como cuando hoy, automáticamente aclaraba su persona hasta llevarlo a la transparencia. Hoy se sentía transparente para quien debía obsvervarlo.

martes, 4 de mayo de 2010

Veladura

La sensación más molesta resultaba de una especia de veladura que sentía en los ojos. Un molestia perceptiva, como mirar a traves de un vidrio opaco en un bar, o usar anteojos de sol, o llorar cortando cebolla. Cuando intentaba entender algunas cosas sentía esta sombra apoderarse de su mirada. Cuando hacía cosas normales no daba cuenta de su presenecia, pues no necesitaba afinar la percepción de las cosas que pasaban a su alrededor. En resumen se sentía un miope protagonizando una fotonovela.

miércoles, 31 de marzo de 2010

400 km/h

El colectivo pasó a unos 400 km/h mientras él lo miraba desconcertado, con la mano todavía extendida para tomarlo. Una señora se le acercó a la parada con cara de disgusto, como queriendo entender cuánto significaba para un joven argentino hoy en día perder el colectivo al trabajo. Luego le dedicó una sonrisa modosita, prendida del colorete de las mejillas, serpenteada por el rojo triste de un rouge farmacéutico. Cosas de señoras. Él tenía que tratar de que el día no se le escapara de las manos, asi que se dispuso a atrapar el próximo colectivo.

Esperanza

Había días en los que se levantaba derrotada. Como hoy, que sin ganas de nada puso el agua a calentar mientras escuchaba la chicharras a través de la ventana. Apoyada sobre la mesada se comía la piel de las uñas, perdía la vista en los árboles buscando chicharras que nunca aparecían. Siempre cantándole al verano y escondidas, como una migaja de esperanza para el invierno, y aunque el frío bien venía y las enterraba a todas en la tierra a dormir frías y mudas, cada verano saludaban y despedían el sol.

miércoles, 24 de marzo de 2010

No es el viento

No entendía, lo dejaba siempre apoyado sobre la columna que contenía los geranios en la calle. Salía, barría, regaba, y lo dejaba ahí sin falta. Arriba, para que Otto al pasar lo viera sin falta y cumpliera con su parte, entonces el día podía desarrollarse en armonía. Todo estaba su lugar. Pero no. Hoy no. Tenía que ser. El viento o no se qué cosa, bueno no vamos a mentir, venía muy distrído estos días. Pero ¿por qué venía muy distraído estos días? El viento. O no.

domingo, 14 de febrero de 2010

Bizcochos

En la nota que aparecía sobre la puerta, al volver, dejaban un número de teléfono y una palabra. Como si alguien hubiera pegado el papel, y hubiera salido a esconderse detrás de un cantero ella miró en derredor la calle. Bueno. Después de todo era un acontecimiento divertido, en un rutinario día. Invitó a entrar al viento de lluvia en su casa dispuesta, a marcar aquel número y descubrir todas sus aventuras.
Daba tono y nadie atendía, ¿sería temprano? Comenzó a soñar con el posible dueño del numero que habían dejado en su puerta, sus intenciones, el colectivo que tomaba, cuan lejos viviría de su trabajo, las calles que observaba cuando volvia a su casa...