domingo, 14 de febrero de 2010

Bizcochos

En la nota que aparecía sobre la puerta, al volver, dejaban un número de teléfono y una palabra. Como si alguien hubiera pegado el papel, y hubiera salido a esconderse detrás de un cantero ella miró en derredor la calle. Bueno. Después de todo era un acontecimiento divertido, en un rutinario día. Invitó a entrar al viento de lluvia en su casa dispuesta, a marcar aquel número y descubrir todas sus aventuras.
Daba tono y nadie atendía, ¿sería temprano? Comenzó a soñar con el posible dueño del numero que habían dejado en su puerta, sus intenciones, el colectivo que tomaba, cuan lejos viviría de su trabajo, las calles que observaba cuando volvia a su casa...